Europa

Europa a los 15, en 15 III

Y dejábamos atrás París, un poco sentimentales porque sabíamos que no íbamos a volver. Y encaramos un poquito más al este, a la ciudad de Heidelberg en Alemania. Un lugar no muy grande pero mágico. Una de mis ciudades favoritas. 

Heidelberg está situada a orillas del río Neckar. Su más famosa atracción turística es el Palacio de Heidelberg. Sus calles son de ensueño, una baja, la otra sube, y la otra vuelve a bajar. Está caracterizada por su zona peatonal y sus edificios estilo barroco. 

Nos dejaron a orillas del río y nos dieron tiempo para almorzar y para tomar el té. Por supuesto, nos salteamos el almuerzo, teníamos que conocer todos los rincones porque nos había encantado. 

Fuimos a unas cuantas iglesias muy bellas, y después paramos a tomar el té. Tuvimos un no muy lindo episodio con una mesera del bar en el que paramos. Todo no podía salir color de rosas. Queríamos tomar un café pero la señorita no quiso entendernos, así que terminamos tomando jugo de naranja. Igual estaba riquísimo.

Al otro día partimos para Innsbruck, Austria, pero antes, pasamos por Múnich a conocer la fábrica de BMW, donde casi nos compramos un auto, y al bellísimo Castillo de Nymphenburg, en donde encontramos cisnes, aves exóticas y unos muy divertidos patos gallaretas. 

Innsbruck es precioso, pareciera que estas en esas películas del Cascanueces y los soldaditos de plomo. Es como si la ciudad viviera siempre en Navidad. A la noche fuimos a cenar a un restaurante tirolés, con un show genial, casi como de La Novicia Rebelde (mi película preferida).

Luego de andar un poquito por países de habla alemana, partimos a Italia. 

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