Unir banderas

Si tan sólo tuviese un deseo. Si alguien me concediese una sola cosa en la vida, pediría nunca dejar de viajar.

Viajar me mantiene despierta, me hace feliz. Me hace soñar con qué voy a encontrarme en destino, a quiénes voy a conocer, cuanto me va a llevar caminar de un punto a otro, qué es lo que más me va a gustar. Me hace querer aprender, investigar sobre la cultura, los atractivos, las comidas típicas, la música de moda y qué dice la gente en la calle.

Después me deja vivir la experiencia. Sacarle provecho. Enriquecerme de cada lugar, gesto, mirada. Me deja ver puestas de sol en lugares increíbles y amaneceres distintos a los habituales. Me inspira. Me dan ganas de probar comida nueva, libros nuevos y música nueva. De sentarme en un «murito» a observar. Sólo observar quienes pasan, qué usan, pensar en qué les estará pasando por la cabeza. También me motiva a superarme, ya sea una caminata larga, algún miedo por vencer o simplemente algo que me genera incomodidad. Porque a veces de eso se trata, de incomodarse, de dudar, de no estancarse.

Por último, me deja volver a casa. Sentir la felicidad de ver a mi familia, a mis amigos y compartir con ellos lo que viví. Mostrar las fotos, contar qué sentí en cada momento, qué comí, qué fue lo que más me gustó. Dar recomendaciones, inspirar a otros a viajar, motivarlos a hacer lo que vienen pensando hace mucho y sólo necesitan de un «empujoncito». Porque, si pudiese, desearía que todo el mundo tenga la posibilidad de hacerlo, porque sé que es la mejor forma de unir banderas, de borrar fronteras.

Sigue la aventura de recorrer en colectivo el mundo
Sigue la esperanza de poder unir todas las banderas
Y la ilusión de que una goma borre las fronteras

Adrián Berra