Uno de los viajes más increíbles que he tenido hasta ahora fue el road-trip que hicimos con mi abuela Tila, el pasado agosto.
Mi abuela Tila es apasionada por los viajes y estoy segura que de ella lo heredé. Trabaja 11 meses al año en el campo para viajar un mes. Creo que ha tenido todos los animales: vacas, chanchos, gallinas, ovejas, conejos, pavos, burros, caballos, jabalíes, perros, gatos, cobayos de indias, ñandúes y seguro alguno más también. Es muy dedicada, al nivel de que, si tiene que cargar un ternero en la camioneta, lo hace en el asiento de adelante y se lo lleva a su casa en el pueblo. Si nadie la está mirando, lo deja dormir en el sillón.
Tiene una vitalidad como pocas personas y eso la hace tan buena compañera de viaje. Tan buena es, que le daba lo mismo el destino que elijamos para nuestras próximas vacaciones. Escandinavia, Marruecos, el sur de Italia o España y hasta Egipto estaban entre las opciones.
Con Tila viajamos en 2011 a Europa por mis 15 años y sus 70, conocimos París, sur de Alemania, Innsbruck en Austria y varias ciudades Italianas que nos enamoraron. Un poco de ello relaté en 2014 en este mismo blog, si quieren leerlo pueden ir a la serie Europa a los 15, en 15.
Compramos los pasajes cuando encontramos una gran oferta por Air Canada, volando a Berlín con escala en Toronto. Armé el itinerario con ayuda de mi tía y ya teníamos todo listo para arrancar.
Después de ver todas las opciones de transporte, elegimos movernos gran parte en auto ya que te da una gran ventaja que es la libertad de poder realmente conocer los países que se visitan. Tal vez, en avión nos hubiésemos ahorrado algunas horas pero nada como parar al costado de la ruta en una casa de antigüedades o en una iglesia noruega del siglo XII.
Volamos a Berlín y el mismo día tuvimos vuelo a Copenhague. Corrimos mucho porque elvuelo de Air Canada tuvo mucho retraso, por lo cual tuvimos que, literalmente, correr por todo el aeropuerto de Tegel para llegar. Y llegamos.
Llegamos a Copenhague, tomamos el metro (M2) en la terminal 3, para llegar al centro de la ciudad. Es muy fácil, rápido y la forma más económica. Podés pagar con coronas danesas o tarjeta en las maquinitas de ventas. La información para comprar no está en español, pero siempre andará dando vueltas alguien para ayudarte.
Copenhague es hermosa, fresca, turística, cosmopólita y tranquila al mismo tiempo. Los atractivos que más nos gustaron fueron Nyhavn (el puerto de casitas de colores, foto típica de la ciudad), los Jardines del Tívoli, Strøget (parte peatonal de compras), la iglesia de Mármol (pegada al castillo de Amalienborg), Kastellet (un fuerte en forma de estrella), la Sirenita de Copenhague (sólo por la foto) y perdernos por las callecitas de la ciudad.
Estuvimos dos noches y luego tomamos, en el aeropuerto, un auto Fiat 500 descapotable (que casi terminando el viaje nos dimos cuenta como hacer para descapotarlo). Esa misma mañana emprendimos el viaje a Estocolmo. Tomamos el puente de Malmo (famoso por la serie El Puente) que une Dinamarca con Suecia. Luego tomamos la E20 hasta Helsinborg y después la E4 hasta el hotel.
Estocolmo nos encantó, tiene una parte vieja de casitas color ocre, bordeaux, amarillo y naranja. Fue la primera zona habitada y se caracteriza por las callecitas muy estrechas, sus bares, tiendas de negocio y regalos, heladerías y por el Palacio Real. Esta zona se llama Gamla Stan y es una isla, unida por varios puentes con todas las otras islas que conforman la ciudad.
Si estás en auto, no es lo más recomendable alojarse en Gamla Stan ya que es muy difícil acceder y el parking/estacionamiento es muuuy limitado.
La ciudad de Estocolmo es inmensa, estuvimos dos noches pero se necesita más tiempo para conocerla bien y tomar bien su esencia. Recomendamos visitar, además de la ciudad vieja, Skansen (museo de historia sueca al aire libre), el ayuntamiento, museo nórdico y caminar mucho cruzando todos los puentes.
La siguiente ciudad fue Oslo, que nos sorprendió muchisimo. Fueron casi 600km de auto, llegamos bastante temprano y salimos a caminar. Nos pareció muy moderna, cosmopólita, interesante, joven. Y todo esto se debe a que, si bien Oslo fue fundada en el siglo XI, no fue capital ni una gran ciudad hasta principios del siglo XIX, por lo cual los grandes edificios como ayuntamiento, edificios de gobierno y viviendas tardaron en llegar.
Lo que más nos gustó fue caminar por el puerto (rambla con restaurantes y de allí salen las navegaciones por el fiordo de Oslo), el museo de barcos vikingos, la Opera de Oslo, caminar por Bygdoy (el barrio de los museos, residencial con hermosas casas de familia), el Palacio Real e ir y venir por la Karl Johans Gate.
Uno de los grandes momentos del viaje fue el trayecto en auto de Oslo a Bergen. Realmente alucinante como pasábamos del calor al frío de altura, imponentes paisajes de montañas, ríos, lagos, bosques de pino e incontables túneles de hasta 8km. Muchos pueblitos en los que valía la pena parar para comer algo o simplemente sacar fotos.
Una de esas paradas fue en el pueblo de Torpo, para visitar una Iglesia de madera del siglo XI, muy bien mantenida. Fue construida con ayuda de vikingos ya cristianizados y en sus murales internos cuenta la historia de Santa Margarita. La visita es con costo pero vale la pena ya que te cuentan sobre su historia.
Bergen nos pareció increíble. Fue ciudad más poblada del país por muchos siglos, es el puerto más importante y actualmente la «capital» de los fiordos noruegos. Su puerto, callecitas, el mercado de pescados, el funicular, las casitas de colores, sus tiendas de moda y los paseos en barco, hacen de Bergen, un destino super completo y por lo tanto, muy turístico. Muchos cruceros llegan diariamente con turistas que sólo pasan el día en la ciudad.
No es para un bolsillo mochilero, aunque se pueden buscar siempre opciones baratas, tal vez alejadas del puerto principal y comer en lugares económicos.
Desde Bergen hay varias navegaciones por el día hacia los fiordos ya sea del norte o del sur. Nosotras tomamos una que va a Mostraumen, pasas por fiordos estrechos y llegás a pueblitos diminutos y una cascada muy linda.
En Bergen llueve 250 días al año, por lo cual, es probable que te llueva y más en verano. Pero no es un impedimento, con paraguas se anda muy bien y se puede visitar la ciudad,mientras no te moleste un poco de agua.
Para «cerrar» nuestro viaje en auto, tomamos un ferry de Bergen a Hirtshals (norte de Dinamarca) el cual duró un día entero. Fue una linda experiencia porque gran parte del viaje fue entre fiordos. A la mañana siguiente desembarcamos y manejamos hasta Copenhague pasando por Odense, una ciudad que visitamos de casualidad y nos encantó. Una Dinamarca más real, no tan turística.
Entregamos el auto en el aeropuerto de Copenhague, para no pagar gastos de drop off en otra parte y tomamos vuelo de vuelta a Berlín.
En Berlín estuvimos dos noches, yo visité una amiga alemana, comimos salchichas (currywurst), caminamos un montón e hicimos bastante shopping. Sin duda sólo un día no alcanza en Berlín, pero ya tendremos otra oportunidad para conocerla mejor.
A mí en particular me encantó volver a compartir este viaje con mi abuela, hacía mucho venía pensando en viajar con ella y por suerte, alineamos nuestras vacaciones para poder hacerlo. Espero que sigamos viajando porque realmente la pasamos muy bien y nos reímos mucho.
Gracias abuela por dejarme acompañarte en esta aventura, te deseo muchas más!
En próximos posts, estaré dando recomendaciones / tips para manejar por Escandinavia, más detalle de cada ciudad, sistemas de navegación, autos de alquiler y más.
Las felicito a las dos por ser dos seres increíbles. Les deseo que puedan seguir viviendo juntas .muchas más experiencias como estas .las amo .
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